El prestigioso diario El País de España visitar una comunidad de criadoras en Huarochirí
Reconocida desde tiempos ancestrales como un alimento de delicioso sabor e infaltable en las festividades regionales, la carne de cuy se ha encumbrado en el actual contexto de pandemia como un alimento altamente nutritivo y un aliado clave para fortalecer las defensas del organismo y recuperarse después de padecer el covid-19, razón por la que aumentó significativamente su demanda en nuestro país.
Según Lilia Chauca, quien ha dedicado su vida a investigar esta especie y ahora lidera el Programa Nacional de Cuyes del Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA), indica.
Con su carne se preparan platos emblemáticos de la gastronomía peruana como el cuy chactado —asado bajo piedra hasta quedar crocante— y hasta derivados como salchichas, jamones y nuggets
Este favorable panorama para la crianza de cuyes en nuestro país no solo contribuye a la mejora económica de las comunidades campesinas dedicadas a esta actividad productiva, sino también al empoderamiento de las mujeres rurales, quienes son las que tradicionalmente se ocupan de esta labor.
Superalimento
La carne de cuy tiene un alto valor biológico, por lo que es considerado un superalimento, debido a que contiene los aminoácidos y ácidos grasos esenciales requeridos en la nutrición humana.
Según el Centro Nacional de Alimentación y Nutrición del Instituto Nacional de Salud (INS) del Ministerio de Salud (Minsa), la carne de cuy contiene 20.3 % de proteína; 1.6 % de grasa; 1.2 % de minerales y 0.1 % de carbohidratos totales y disponibles. Estos valores superan a los que registran la carne de ave, vacuno y ovino.
Las proteínas están compuestas de 22 aminoácidos comunes, que en distintas combinaciones forman los bloques que constituyen todas nuestras células que son esenciales para la casi totalidad de las funciones de nuestro organismo. El cuerpo puede sintetizar efectivamente 13 de estos aminoácidos a partir de la comida, los 9 restantes conocidos como aminoácidos esenciales, deben ser aportados directamente por la dieta.
Crianza en aumento
Según datos del INIA, en todo el país, esta actividad ha incrementado en un 84% el liderazgo femenino dentro de la cadena productiva. “La crianza del cuy siempre ha estado en manos de las mujeres. Cuando pasó a ser una actividad productiva, su autoestima se empoderó pues, aunque vendan uno o cinco, ahora tienen su propio ingreso monetario”, indica la ingeniera Chauca, del instituto.
Para Liliana Miro Quesada, oficial de programas de FIDA en Perú, pese a este progreso, quedan otros “obstáculos por superar para el pleno reconocimiento de los talentos de las mujeres”. Si bien los proyectos de dicho organismo aplican una discriminación positiva —por ejemplo, en Avanzar Rural, el 40% de productores deben ser mujeres—, todavía hay un desequilibrio de carga laboral. “Aunque ha cambiado en la teoría, no en la práctica. Muchas de ellas ahora tienen una doble carga, ya que siguen encargándose de sus familias y también de sus negocios”, explica la experta. “Lo que estamos viendo es una evolución en el papel de los hombres, que comienzan a apoyarlas al ver que traen ingresos a la casa. El proceso es lento, pero ellas son persistentes y están conquistando espacios que parecían imposibles hace tan solo algunos años”.
En efecto, con el éxito de los cuyes, su crianza ha pasado a ser una actividad familiar donde también los hombres se involucran. “Ahora sí nos apoyan, traen nuestros pastos y siembran también las alfalfas porque saben que generamos un ingreso más”, dice Santos. “De verdad estos cuyes nos cambiaron la vida como mujeres y ahora todos nos ven diferente”.